¡¿Pero donde coño está el Fuji?!

domingo, 20 de enero de 2013

Ese día nos levantamos cuando en Hiroshima aún estaban poniendo las calles, y la falta de sueño se notó bastante (especialmente entre el sector masculino de la expedición, que esa noche se habían levantado de madrugada para ver un partido del Barça...). Cargados de nuevo con nuestras maletas abandonamos el albergue para coger el tranvia (tren 0) hacia la estación de Hiroshima. Allí cogeriamos el primer tren de muchos, un shinkansen rumbo a Osaka (tren 1).

 Mi desayuno :P

Después de 2 horas y pico de sueño, diiiigo...de trayecto XD, llegamos a la estación de Shin-Osaka. Allí hemos cogido otro shinkansen (tren 2) hasta Yokohama. Una vez allí, y pudiendo hacer el transbordos in extremis (carrerita con maletas a lo Pekin Express incluida) pudimos coger el siguiente tren, un regional que nos llevaría a Hitoichiba (tren 3).


Zzzzzzzzzzzzzzzzzzzz


Yo aprovechando para ir pasando las fotos al portatil. Latoso trabajo pero necesario...


Una vez allí, Chuo line hasta Otsuki (tren 4) y de Otsuki otro regional hasta la estación de Fujiyoshida, nuestro destino final. (tren 5).

Al loro. Un tranvia, 2 trenes de alta velocidad y 3 regionales. Total 7 horas de viaje.

Trenes y maletas...trenes y maletas...

Fotito de grupo en el último tren.
Paisaje desde el tren.



7 horas de viaje para llegar a Fujiyoshida y darse cuenta de 2 cosas. 1º, que en esa zona de Japón hace un frio del copón y vamos a tener que hacer uso del polar de emergencia que todos habíamos metido en la maleta. Y 2º, que el puto monte Fuji no estaba por ningún lado.

Para quitarnos el disgusto (y el frio) nos tomamos un Taiyaki de chocolate calentico, que es lo más parecido a meterse un chocolate con churros en el cuerpo que puedes hacer perdido en medio del Japón más profundo. Y, dicho sea de paso, para comer algo, ya que hacía muchas horas que habíamos agotado todo el guarreo de los convinis que habíamos comprado esa mañana y con tanto transbordo de trenes comer como personas normales era un lujo y un privilegio que no nos podíamos permitir.

Mmmm...mierda buena (y calentita)


Después de un ratito de espera nos vino a buscar el dueño del ryokan familiar donde nos ibamos a alojar esa noche. Señor al que a partir de ahora me dirigiré como "el señor atractivo", que es como Marina y yo le bautizamos nada más ver lo encantador que era y con que arte y que brazos cargaba nuestras maletas en el miniautobús.

El señor actractivo nos llevó con el bus hacia el lago Yamanako, que es uno de los 7 lagos que bordean el Fuji, para que al menos diésemos una vueltecita y viesemos un poco la zona antes de la cena, que era puntualmente servida a las 19h.

El lago...pues hombre. De día y con el tiempo despejado seguramente tendrá unas vistas muy bonitas. Pero a mi no me aportó nada salvo mucho frio y frustración por no poder ver el puto Fuji-sama.

Pues si no viene el Fuji "me enfado y no respiro"

Grupillo

Lo de hacernos la foto en la barca esta...a santo de que vino? XD


Cuando nos hartamos de vagar sin rumbo, nos dirigimos a la parada del autobús que en teoria nos tenía que dejar cerca de nuestro ryokan a la hora señalada. Pero no se porqué, quizás porque el hombre no se fio de nosotros -pobres paletos occidentales- y a su mujer se le iba a enfriar la cena, quizás porqué le dimos pena...la cuestión es que allí estaba el señor atractivo con el miniautobús para recogernos y llevarnos directos "a casa", donde ya habían metido nuestro equipaje y pudimos aposetarnos un poco antes de bajar a  cenar.

Lo cierto es que, a pesar de la decepción que me produjo el pueblo, hay que reconocer que el ryokan era una pasada. Pequeñito, regentado por una familia, daba una sensación hogareña que no habíamos podido percibir en otros sitios, casi como alojarse en una casa particular. Además, las habitaciones eran super amplias, con tatamis y decoración preciosas. Hasta los yukatas eran más bonitos y los futones más mullidos de lo normal. 

Por si fuese poco, el agua de los grifos no sólo era potable, sino que provenia directamente del monte Fuji y estaba super rica. Todo un lujo.

Agüita fresca y rica

Nuestra superhabitación! ( y esta era la pequeña de 3...)

Raquel haciendose amiguita de la niña de la casa

Super cena :)
Visión celestial tras la larga jornada...

La cena, también increible. Me atrevería a decir que la mejor comida que hicimos en todo el viaje con diferencia. O al menos, la más tranquila, completa, casera y tradicional. Había mil platos y a cual más rico (hasta Marina, que odia el pescado, se comió el suyo de rico que estaba).

Fotito de grupo durante la cena


Después de una sobremesa tranquila y divertida, nos dirigimos a tomar un bien merecido baño al onsen del ryokan. La verdad es que la bañera era muy muy pequeñita, y meternos 7 tias a la vez fue todo un espectáculo XDDDDDD sabiamente bautizado por Vero como "sopa de mejillón!!!"

"Ey guapo....te unes a la fiesta?"

Al haber cenado prontito, pudimos disfrutar de un buen rato de relax antes de irnos a dormir. Incluso dio para gastar alguna bromita que otra (eh, Raquel?) y echarnos unas risas.

Sesión de fotos a tutiplén

Guapísimos todos

Vero in the closet




Eso sí, ni rastro del Fuji. Los dueños del ryokan nos habían asegurado que desde la ventana de todas las habitaciones se podía ver la dichosa montaña. Así que nos fuimos a dormir algo inquietos, esperando ansiosos que amaneciera para levantarnos y ver si los Reyes Magos nos habían dejado un regalito en forma de monte Fuji a la mañana siguiente.
 

Y en el próximo capítulo....del Fuji a Takayama, 2º parte de nuestra megagimkana por Japón.

Día 5: Miyajima..."Saben aquel que diu que van 10 catalanes subiendo una montaña..."

martes, 8 de enero de 2013

Agarrense que las crónicas hoy vienen calentitas. Y no sólo por la temperatura infernal que nos hizo en Miyajima sino porqué corresponden a uno de los días más completos de nuestra andadura por tierras niponas.


Nos despertamos muy temprano y desayunamos en el albergue, más bien rapido porqué aún nos esperaba un buen trayecto hasta la isla de Miyajima, que incluia tranvia, tren y ferry. El ferry fue la parte más divertida, claro está, porqué al hacer tan buen tiempo las vistas eran espectaculares, y pudimos ver por primera vez el famosísimo tori flotante (que de flotante nada).

 Dani con un grave problema de doble personalidad....XDDD

 Vistas desde el ferry

Una vez en la isla...nos dejamos llevar por el ambientazo. Entre la cantidad de turismo (tanto internacional como local, pero sobretodo local), los ciervitos, el ambiente primaveral y que el lugar era precioso...entramos en una espiral de querer hacernos fotos con todos que nos retrasó bastante el planning. Pero es que todo era genial y todo nos llamaba la atención, especialmente unos pastelitos con forma de hojita de momiji que había por todas partes y que Marina y yo nos juramos probar antes de volver a Hiroshima.




 Contándole mi vida a un ciervo...que ponía cara de no interesarle mucho -_- ...
                                                                                                Posando con el Tori....

Otra de las...digamos...distracciones de Miyajima fueron los señores atractivos que conducian las carretas esas (que como no se como se llaman pues serán eso...las carretas esas). Que gran oficio y que muslos torneados tenían. Uno de ellos (seriamente guapo, parecía un actor de culebrón japonés) podría habernos denunciado por acoso sexual fácilmente...entre fotos y miradas lascivas que le echábamos...



 Ay omá que rico...

                                                                                       El carretillero y su club de fans XD

Total...que a ese paso no llegábamos al santuario ni de coña. Pero bueno, al final llegamos, y nos tiramos allí dentro un buen rato, y nos compramos un amuleto de la suerte muy bonito y -a juzgar por como fue todo en el resto del viaje- bastante efectivo...





Pero enseguida nos fuimos hacia una zona de la isla mucho menos transitados, pues teniamos el objetivo (muy loable, dicho sea de paso) de visitar el monte Misen. Se podía subir cómodamente en teleférico pero como buenos catalanes no estábamos muy por la labor de pagar los 1.000 yenes que valía. Además Dani ya lo había subido y nos había dicho que no era para tanto, que en 1:30h estábamos arriba, y que no había escaleras ni nada....



                                                              Si ya había carteles que lo advertían...pero no quisimos hacer caso!!!

Todo mentira, por supuesto. Fueron unas 3 horas de agonía escaleril. Nos queríamos morir. Eso sí, como lugar el sitio era precioso, faltaban los kodamas por allí pululando para hacerlo ya totalmente bucólico. Durante la subida hubo tiempo de todo, de hacer miles de fotos y videos, de cantar "Las lluvias de Castamere", de montar una merendola en el campo al más puro estilo español (con bocatas de fuet y jamón made in Japan que resultaron estar más que aceptablemente buenos -también es que teniamos un hambre importante...) En definitiva, toda una aventura hasta que por fin, ya a media tarde, dimos con la cima.







En la cima, entre otras cosas, hay un templo muy bonito, y tiendas en las cuales dejas el dinero en una caja y coges lo que necesites (bebidas frias incluidas) en un ejercicio de honradez que sólo puede darse en un país como Japón. Nos sorprendió ver también ciervos allí en la cima...que no se como coño habrían subido, pero allí estaban, intentando robarles los bentos a las familias japonesas (que imagino que habían subido en teleférico debido a los taconazos que gastaban ellas...aunque juro que vi a más de una bajar en tacones poniendo a prueba todas las leyes conocidas de la física)


 Billetes en una caja....this is Japan

 Alberto alucinando con la neverita abierta....

 En la cima....

 Weee are the champiooooons

 Mucha gente...pero la mitad de ellos...cobardes que usaron el teleférico ¬¬


No había monos. Lo cual supuso una gran decepción para mi. No se me hace subir una montaña para no ver monos. Con lo vaga que soy...

Para la bajada podíamos haber cogido el teleférico que llegábamos en 10 minutos, pero como ya os he dicho, había que pagar "i som molt de la terra nosaltres", así que emprendimos el descenso pensando que todo lo que sube tiene que bajar y que no podía ser tan horrible como la subida. Y de hecho no lo era, se hizo bastante más corto, lo que pasa es que a esas alturas del día estábamos tan físicamente rotos que cada paso era un dolor agónico.

                                           
                                                                                             Ana derrotada...XDDD

Una vez de nuevo en el pueblo (y abandonados nuestros bastones de peregrinos jeje) nos sentamos en la plaza a descansar (que buena falta nos hacía) y a hacer fotos del tori al atardecer, que es cuando más bonito se pone. Nos hubiese gustado esperar a que la marea bajara y acercanos al Tori y tocarlo, que dicen que da buena suerte, pero pasaban las horas y aquello seguía seriamente encharcado...así que nos dimos por vencidos y emprendimos el regreso a casa.








Marina y yo, tal y como nos habíamos prometido, nos escapamos un ratillo en busca de los bollitos de momiji, que resultaron estar muy ricos (yo me comí uno de boniato y el relleno era morado y estaba de vicio).



Curioso descubrir 4 años más tarde que el muñeco amorfo que te encontraste en Himeji en 2008 es
                                                                                   una hoja de momiji de Miyajima...

Ya de noche cogimos el ferry, tren y volvimos a Hiroshima, a pasar nuestra última noche con nuestros amigos del JHoppers. También tocaba despedirnos de Hiroshima, por lo que yo volví a zamparme un otonomiyaki para cenar. porqué yo lo valgo y porqué el día había sido agotador.

Y así nos fuimos a dormir, rendidos pero felices.

En la próxima entrega de las crónicas japonesiles...de Hiroshima hacia el monte Fuji...o como viajar durante todo un día, haciendo 7 transbordos...y que una puta montaña te trolee las espectativas.