23 de Marzo 2008 (Empieza la aventura)

martes, 30 de septiembre de 2008

Nos levantamos a las 4 de la mañana muertos de sueño pero a la vez muy ilusionados. En el aeropuerto nos esperan Dani, Jose, Judit y Meritxell. Me despido de mi padre que ha tenido la gentileza de acercarnos en coche y le entrego mi móvil. Allí donde voy no lo voy a necesitar….Es una sensación estupenda. Me siento libre.
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Facturamos las maletas y nos vamos a desayunar tranquilamente antes de coger el vuelo a Londres. Tenemos que pasar unos controles en los que se nos pide el pasaporte y la primera anécdota sucede. Judit intenta sobornar a los honorables agentes de la ley poniendo disimuladamente un billete sobre su pasaporte. Al final parece que la dejan pasar pese a la actitud sospechosa. Son gente que da mucho mal rollo. Tienen un tanque de screensaver y una banderita española ondeando.

Cuando estamos sentados desayunando viene una chica a hacernos una encuesta. Es un poco coñazo pero tampoco tenemos nada mejor que hacer, y nos ameniza la espera hasta que nuestro vuelo empieza a embarcar. En el embarque nos preguntan al entrar cual es nuestro destino final. Ponen cara de alucine cuando decimos “Tokio”. La verdad es que a nosotros mismos nos sigue sonando irreal…

Salimos bastante puntuales rumbo a Londres. Durante el vuelo nos sirven otro desayuno (y van 2). Un bollo algo raro con tomate y bacon que pese a tener mala pinta estaba muy rico. Charlamos, Dani y yo nos leemos la fotogramas y comentamos lo buenorro que está Jonnhy Deep (bueno…eso lo comento yo…XD más bien). Dos horas y media después aterrizamos en Londres. Un aterrizaje horrible, por cierto. El piloto debió besar el suelo cuando llegamos porqué bajamos los últimos 100 metros haciendo eses en el aire para acabar entrando en la pista de aterrizaje en curva. Toma ya.
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Mirad que caritas mientras esperábamos a embarcar...


En Londres el tiempo es horrible. Llueve. Los controles policiales en Londres son aún peor de lo que temíamos. Nos cachean. Me abren la pasta de dientes y comprueban que no es explosiva…y ese tipo de cosas. Son gente muy cansina.

Llegamos a la Terminal. Como tenemos 3 horas por delante (y además allí es una hora menos…) pues nos dirigimos a un bar a desayunar (si, van 3 desayunos). Con algo de retraso sale nuestro avión. Es un bicho enorme, y va lleno de Japos. Dani y yo empezamos a estallar de emoción. Nos vamos de verdad! Tardamos casi una hora en despegar…hay algo parecido a una “caravana” de aviones…pero se nos hace ameno mientras examinamos el avión, comprobamos si los asientos son cómodos, los “regalitos” que nos dan…(el antifaz para dormir, un mini cepillo con una mini pasta de dientes, ¡calcetines! –Dobby estaría orgulloso-etc. También nos entretenemos en ver la cartelera de películas y series que podríamos disfrutar durante el vuelo.

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Si es que con cualquier "cosica" se nos hace felices....


Despegamos y empieza el viaje propiamente dicho. Las 12 horas se hacen muuuuuy largas. Nos sirven la comida a eso de las 2 (una comida japo muuuy rica) y , tras haber ingerido una droga potente subministrada por Dani, nuestro camello particular, intentamos dormir, pues llegaríamos a Narita a las 9 de la mañana con todo el día por delante. Duermo a ratos…y otros me dedico a observar por la ventana el paisaje nevado. Sobrevolamos lugares tan frios como Finlandia o Rusia. Cristalitos de hielo se pegan a las ventanas. Es bastante bonito. Por la mañana nos dan de desayunar “one more time”….yo no se cuantos desayunos llevamos ya…XD

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Sacadnos de aquí piooor favoooooooooooor. Que tenemus ya el culo planoooo.


Después de un viaje largo, pero tranquilo, llegamos por fin a Narita. Recogemos nuestras maletas que han llegado sanas y salvas y pasamos todos los controles de inmigración. ¡Somos legales! ¡Weeee! Activamos el Japan Rail Pass y amablemente nos reservan asiento para el viaje a Tokio y para el viaje a Kyoto posterior. Empezamos a comprobar lo atentos y eficientes que son los japoneses. Nos digirimos al Narita Express, no sin antes empezar a flipar con las vendings machines (dios mio, que mal lo estoy pasando ahora sin vendings machines XDDD) y sus botellatas de coca-cola, sus van houten cocoa y sus cafés con leche calentitos.


Feliz, muy feliz....Hoy me siento tan felix que no hay penas en miiiiii lalalala laaaaaa

Durante el trayecto hacia Tokio no nos aclaramos en que parada tenemos que bajarnos, y un japo con un inglés estupendo nos indica donde debemos bajar, y hacia donde tenemos que ir para poder coger nuestro Shinkashen a tiempo. Inaugura nuestra lista de “japoneses a canonizar”. Gracias a él llegamos a tiempo e iniciamos las 2 horas y media de trayecto hacia Kyoto. Al principio estamos muy emocionados y le hacemos fotos a todo lo que se mueve. Empezamos a familiarizarnos con el paisaje japonés, con su arquitectura…Durante un ratito tenemos el privilegio de maravillarnos ante el Fuji, con toda la cumbre nevada. Es aún más majestuoso de lo que imaginé. Finalmente y tras comer algo de “la señora del carrito”, caemos rendidos de sueño.

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Impresionante la vista del Fuji desde el Shinkashen. Uno de los momentos más mágicos de la jornada.

Llegamos a Kyoto. Esta anocheciendo y la estación se nos hace un lugar inmenso. ¿Pero Kyoto no era tradicional? ¿Y esta estación ultramoderna futurista?...En fin…Mapa en mano nos disponemos a encontrar nuestro ryokan. Parados en un cruce sin saber a donde ir conocemos a un entrañable abuelito japo que sin duda se convierte en uno de las anécdotas del primer día. Nos pregunta que si estamos perdidos y se ofrece a guiarnos. Es un crack. Segundo japo a canonizar. La verdad es que el hotel no le sonaba de nada (Towa?) pero le pode mucha voluntad y nos guía un poco hacía la calle en la que supuestamente está. Se lo agradecemos y nos despedimos. Cuando llegamos a la susodicha calle nos encontramos de nuevo con el señor Towa (así lo bautizamos XD) que dando vueltas con su bici decía haber encontrado lo que buscábamos. Pero no era…y nos cuesta hacerle entender al pobre hombre que es un hotel lo que queremos encontrar. Finalmente lo encontramos y por fin nos disponemos a descansar tras la dura jornada. La chica que nos atiende en el hotel es muy amable y habla inglés (no es Mamá Pato…de Mamá Pato ya hablaremos más adelante…XD) y nos indica nuestra habitación. Al llegar a esta, y después de quitarnos los zapatos antes de entrar (una costumbre muy japo que te hace gracia las 2 primeras veces pero las quinientas restantes es un puto coñazo XDDD), descubrimos por fin nuestra habitación. Algo más pequeña de lo que imaginé pero estupendísima y limpisima y tipiquisima, con sus tatamis, sus puertas correderas y sus futones blanditos listos para soñar en ellos.

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Hemos llegadoooo!!! Estamos vivoooos!!!

Ese día conocemos también al Señor Toto. El Señor Toto es nuestra taza del wc. Tiene nombre propio porque es un ser inteligente y con autonomia propia, que cuidó mucho de nosotros durante nuestra estancia en el hotel. Al principio se hacía raro estar sentado en un wc que no para de hacer ruidos extraños, pero al final te acostumbras y es genial. Echaré de menos que la taza esté calentita. La taza del wc fría por las mañanas de invierno es lo peor. Otra prueba más de que vivimos en el Tercer Mundo. Wcs inteligentes, ya! Además no tienes que preocuparte ni de tirar de la cadena, que ya lo hace él por ti. Y sus chorrillos de agua caliente tienen la punteria de Robin Hood. Toto se convertió en nuestro gurú.

Tras aposentarnos y dejar los bártulos, salimos a aprovechar el resto de la tarde y de paso cenar algo. Nuestra primera comida japo! La estación de Kyoto resulta ser muy laberintica. Buscando un sitio para comer acabamos entrando en un parking que tenía una puerta que daba a una especie de Corte Ingles para pijas japonesas (de las pijas japonesas ya hablaré…ya…). Todo muy surrealista. Tras más de una hora logramos encontrar el sitio, que resulta estar en unas galerias subterráneas llamadas “Porta” repletas de restaurantes. Las reproducciones de plástico de los platos que hay en la puerta son tan realistas que empezamos a salivar cual perros de Paulov. Por fin nos decidimos por un sitio en el que preparaban unos bols enormes de fideos. Nuestro primer UDON de muchos. Que rico. Que hambre. Que barato y que genial todo. Volvemos encantados y gorditos al hotel y caemos rendidos en la cama. El día siguiente se presenta repleto de actividades turísticas. Hay un país por descubrir.

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Continuará...

Estrenando YUKATAS...ya totalmente japonizados.
(y lo que nos quedaba por delante...mae mia)